Dios los bendiga grandemente y reciban
de nuestro padre celestial las bendiciones que él tiene para cada día.
Así como él dice en su palabra
que cada día tiene su afán, así mismo el tiene para nosotros una nueva
bendición para cada día, el Señor nos renueva cada día más, nos moldea con sus
manos preciosas esto aun sin, nosotros amarles y sin reconocer que Él es
nuestro Dios.
Porque digo sin amarles, sin
reconocer que él es nuestro Dios, porque si le amaramos y reconociéramos,
entonces fuéramos obedientes, hacedores del bien, andando rectamente, delante
de su presencia, cumpliendo con sus mandamientos y guardando sus preceptos.
Por eso en una parte de las
escrituras el Señor nos dice, que no todo aquel que me dice Señor entrara en el
reino de los Cielos, hoy en día muchos dicen, mi Dios, yo creo en Dios, pero yo
me pregunto ciertamente, creen en Dios, pues si creyeras en Dios, obedecieses ciegamente a Él, en todo lo que el
Espíritu Santo, escribió en las sagradas escrituras, por medio de cada uno de
los discípulos, que creyeron a Él, y obedecieron a Él, sin temor de perder sus propias vidas, a causa de
su Nombre.
Cuan bonito y maravilloso, el hijo
que obedece, a su padre o a su madre sin titubear, sin refutar, pues ciertamente
este hijo, deja al descubierto el verdadero amor asía sus padres, pues a causa
de su obediencia sus padres no se molestan, no se aíran, más bien, se agradan
de que su hijo es obediente, y si estuviese en sus manos le obsequiaría el
mejor regalo.
Cuanto no más nuestro padre, que está
en los cielos, nos dará a nosotros, cuando pasamos hacer, llamados sus hijos, estoy
seguro que ese regalo maravilloso y hermoso, está seguro con nuestro padre
celestial, ya que Él es el dueño del oro y de la plata.
Buscad primeramente de los
tesoros celestiales, que los perecederos de este mundo, vendrán por añadidura.
El camino al éxito está en la sabiduría,
y el principio de ella está en buscar de Dios.
Dios los bendiga grandemente.
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